HACIA
UNA BIBLIOTECA UNIVERSAL
El futuro del libro
¿Cambiará
el libro como objeto? ¿Habrá nuevas formas de lectura? Desde la tableta de
arcilla hasta el libro electrónico, el soporte del texto se ha ido
transformando. Aquí, la opinión de Kevin Kelly, editor
de la revista Wired e impulsor de una gran biblioteca
universal en formato digital; Alberto Manguel, autor
de "Una historia de la lectura"; Michael Hart,
creador y fundador del Proyecto Gutenberg; Anne Margulies, directora del
Proyecto Open Course Ware del MIT; y Horacio González, director de la Biblioteca
Nacional.
ANDRES HAX.
El futuro
del libro es electrónico. Y ya llegó. La masiva digitalización, almacenamiento
y distribución de libros en la red de redes es un hecho. En sitios como el Projecto Gutenberg, Bartleby.com,
o Cervantes Virtual —por nombrar apenas un puñado— hay miles y miles de libros
disponibles gratis: académicos, de referencia, de literatura, de ciencia y
poesía... En fin, todo lo que se encuentra en una excelente biblioteca. Es
cierto que aún no ha llegado un dispositivo accesible, ameno y portátil para la
lectura de los textos electrónicos. El I-pod del
libro es una deuda pendiente, pero llegará. Sony
acaba de lanzar un producto —el Sony Reader— que utiliza una nueva tecnología llamada E Ink que simula una página impresa casi a la perfección.
Estamos cada vez más cerca al mágico e-book.
No hay duda que el libro está cambiando; ya hace más de una década el académico
Ivan Illich pudo declarar
en En la viña del texto (Universidad de
Chicago, 1993), "El libro ahora ha dejado de ser la metáfora raíz de
nuestra era; ha sido reemplazado por la pantalla".
¿Qué significa todo esto? ¿Qué pasa ahora que el libro, aparte de ser un
conjunto de páginas enmarcadas —un objeto físico único— también puede ser un
archivo dentro de una computadora conectada a la Red? ¿La digitalización de los
textos combinado con Internet está creando un renacimiento cultural de la misma
manera que lo hizo la invención de Gutenberg hace más
de 500 años? Ñ reunió a un coro ecléctico de voces para participar en
este debate fundamental de nuestro presente.
El profeta: Kevin Kelly
Kevin Kelly es un optimista incurable de la
tecnología. En un momento de la charla con Ñ le preguntamos: ¿Usted
piensa que Internet se despertará? ¿Que tendrá una conciencia propia como un
ser vivo? Sin pestañar, responde que sí y que esta generación será testigo. Es
editor fundador de la revista Wired y autor de los
libros Fuera de Control: La nueva biología de máquinas, sistemas sociales y
el mundo económico (Addison Wesley,
1994) y Nuevas reglas para la nueva economía (Granica,
1999). El 14 de mayo de este año publicó una larga y extraordinaria nota —más
bien, un manifiesto— en The New
York Times llamada Scan
this Book! Allí
pronostica que dentro de poco tiempo todos los libros, artículos, periódicos y
textos que existen en el mundo estarán en Internet y serán de libre acceso.
Cree que, dados los avances tecnológicos, esta nueva Biblioteca de Alejandría
podrá ser guardada en un pequeño dispositivo portátil.
Hay que resaltar que Kelly practica lo que predica.
Sus libros están disponibles gratis en su sitio kk.org. Comenta que cuando los
subió a su página personal las ventas del libro en sí aumentaron
dramáticamente. Actualmente está escribiendo un libro titulado The Technium donde
se pregunta: ¿Qué quiere la tecnología de nosotros? En el espíritu de compartir
y de abrir acceso a la información que guía su vida, va publicando sus apuntes
mientras los escribe. Cualquier lector puede agregar comentarios y preguntas.
Las responde todas. Kelly habló con Ñ por
teléfono desde su oficina en la Avenida Amapola en Pacifica, California. Le
preguntamos cómo se imagina el libro del futuro, el objeto en sí.
"El artefacto cambiará muy pronto. No sabemos exactamente cómo, pero mi
sensación es que con el papel electrónico y la tinta electrónica, la gente va a
preferir un conjunto de páginas enmarcadas. Esa interfase, de ir pasando las
páginas, es mucho más preferible que un largo scroll.
La diferencia es que ese libro será mutable, podrá soportar cualquier
contenido. La experiencia de tener un libro en las manos va a seguir. Es tan
perfecta que no creo que sea reemplazada."
Para Kelly el libro objeto no es lo más
significativo. Lo que marca un cambio de paradigma cultural es la Red. Explica:
"Al transformar letras de tinta sobre papel en datos electrónicos pasa
algo extraordinario. Todos los libros se conectarán entre sí. Al digitalizar
los libros la lectura se convierte en una actividad comunitaria. Puedes compartir
bibliografía y transmitir anotaciones. De una manera la biblioteca universal se
convierte en un solo texto enorme: el único libro del mundo."
El lector: Alberto Manguel
La voz que nos habla por teléfono desde un pueblito de la región Poitou-Charentes de Francia es la
misma voz que le leía a Borges hace más de treinta años en la calle Maipú, en
el centro de Buenos Aires. En 1964, con 16 años de edad, Manguel
trabajaba en la librería Pygmalion. Una tarde entró
Borges, ya ciego, con su madre para comprar libros. Antes de partir con su
compra —que incluía una edición comentada de La batalla de Maldon—
le pidió al joven Manguel si vendría a su casa
regularmente para leerle algunos libros de su biblioteca.
Entre los libros escritos por Manguel está esa larga
carta de amor al acto de leer, “Una historia de la lectura” (Emecé, 2005). En un español perfecto, pero con el acento
curioso de una persona que ha vivido en muchos países y que habla muchos
idiomas, responde a la pregunta de rigor: ¿Cambiará la idea de qué es un libro?
"No la idea de un libro, la idea de ciertas formas de lectura. Es decir,
cuando pasamos de la tableta de arcilla al rollo, y del rollo al codex, no es que mejoramos algo sino que ampliamos o
cambiamos o transformamos ciertas cualidades del soporte del texto. Pero eso no
quiere decir que las abandonamos. Por ejemplo ahora con la computadora hemos
vuelto al rollo. Y con el e-book volvemos a la
tableta. Es una cosa muy linda poder tener en la mano todo el texto, no tener
que abrirlo. Al mismo tiempo, hay ciertas formas de lectura para cual la
pantalla no se presta. Entonces habrán nuevas
metáforas de la lectura, claro. Porque usamos todo lo que inventamos para a su
vez hablar de lo que queremos conocer."
Sobre el cambio cultural que implica Internet y qué significa eso para la
lectura y los libros, Manguel es más cauteloso.
"La tecnología electrónica tiene una particularidad que la distingue de
todas las tecnologías precedentes. Y es que ha sido impuesta, a una gran
velocidad, no por su valor práctico o intelectual sino por su valor económico.
Quieren que la compremos para todo y a todo costo; no nos ha dejado como
consumidores la posibilidad de elegir. Si yo necesito un texto que se encuentra
solamente en la biblioteca nacional de Islandia y no puedo ir a Islandia,
obviamente me es muy útil que la biblioteca haya puesto ese texto en Internet y
que lo pueda conseguir. Pero la pregunta que yo quiero hacerme —y quisiera que
todos pudiésemos hacernos— es ¿en todo momento necesitamos esta tecnología?"
¿Pero el libro electrónico implica un salto revolucionario? "Esta
comparación que hacemos constantemente entre el libro y la tecnología
electrónica no me parece interesante o útil. Es como preguntarse ''¿Vale más una fotografía o una pintura? ¿Vale más una obra
de teatro o una película?'' Son preguntas sin mayor sentido. Tenemos una nueva
tecnología para usar para ciertas cosas. Está muy bien. Eso no quiere decir que
una sea mejor que la otra, que una cancele a la otra. Es simplemente más útil
para ciertas cosas."
El archivista digital: Michael Hart
En un ping-pong de correos electrónicos dialogamos con el creador de la primera
biblioteca digital y uno de los archivos más grandes y valiosos de libros
electrónicos de la actualidad, el Projecto Gutenberg. Fundado en 1971 cuando Hart
era alumno de la Universidad de Illinois, en su momento lo definió como una
"revolución Neo-Industrial".
El primer texto que publicó fue la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos. Hoy el sitio contiene más de 19.000 textos —cuyos
copyright han vencido— en más de una decena de idiomas. Liderado por Hart, el Projecto Gutenberg funciona exclusivamente con voluntarios y
donaciones; es un emprendimiento netamente filantrópico. Cuando se le pregunta
de qué trabaja o cómo se gana la vida, responde: "El Projecto
Gutenberg es mi única carrera. Para los estándares de
la mayoría apenas me gano la vida. Casi toda mis pertenencias son cosas usadas
que consigo en mercados de pulgas".
Hart resalta a Ñ que el gran obstáculo para la
digitalización de todos los libros del mundo no es tecnológico, sino que es la
codicia de casas editoriales y el temor de los líderes mundiales de un público
educado.
¿Cómo ve el futuro de los libros y de las bibliotecas electrónicas? Hart dice: "En los primeros 50 años después del
invento de Gutenberg se imprimieron más libros que en
toda la historia previa de la humanidad. Hay un proceso parecido con los libros
electrónicos. Ya hay millones y millones de e-books
gratis en Internet. Dado que puedes grabar a un DVD el equivalente de millones
de dólares de libros, se podría afirmar que el futuro ya llegó. La computadora
personal ya se está convirtiendo en la biblioteca personal".
La universidad abierta: MIT OCW
Hart y Kelly no están solos
en concebir la proliferación de los libros digitales, y su acceso libre, como
uno de los temas clave de la civilización moderna. El Instituto Tecnológico de
Massachussets inauguró el proyecto Open Course Ware (Materiales de cursos
abiertos) en 1999. Actualmente los materiales de más de 1.400 clases que ofrece
una de las universidades científicas más importantes del mundo están
disponibles gratis on line.
Más de un millón de personas, desparramadas por todo el mundo, visitan a www.ocw.mit.edu
por mes.
Anne Margulies, directora
del proyecto —que la universidad mantiene a un costo de 5 millones de dólares
por año— le explicó a Ñ las razones detrás de este proyecto: "Estamos regalando
los conocimientos que se generan aquí porque creemos que el conocimiento tiene
que ser un bien público".
El bibliotecario: Horacio González
Estamos en el gran despacho de Horacio González, el sociólogo argentino y
director de la Biblioteca Nacional, cargo que alguna vez ocupó Borges. Resulta
que Borges es central en este debate. Explica González: "Borges es el
filósofo de algo que iba a venir. Si lees la Biblioteca de Babel y ves su
sistemas de catálogos, la catalogación incesante, pero con un centro vacío,
todo eso tiene mucho que ver con lo que está pasando ahora".
¿Internet —que cada vez se parece más al Aleph de
Borges: un punto luminoso que contiene y muestra todo lo que existe— equivale
en impacto cultural a la imprenta de Gutenberg? Sin
ser anti tecnológico, González es medido: "Me da
la impresión de que el mundo de Gutenberg, el invento
de la imprenta tipo móvil, tuvo menos capacidad de ruptura con el legado
anterior. Con respecto al papiro, a la tableta de arcilla, la idea de lo que es
un soporte: material para imprimir signos. Este es el tema que tratan los
grandes historiadores del libro, como Roger Chartier, que supone que la pantalla es una experiencia
existencial de carga rupturista muy grande con
respecto al libro y que la civilización tiene que saber qué hacer con esa
ruptura".
¿Y la pantalla terminará conteniendo el mundo? "La revolución informática
no puede dejar como contenido al resto de la cultura —agrega González—. En ese
sentido, la idea del libro no puede ser pensada meramente como un soporte más
de las serie de soportes que van desde la tableta, al papel o al CD, hasta el
libro digital. El objeto que se llama libro no es meramente otro soporte. Es
una unidad maravillosa. Como no lo inventó nadie, es de todos. Y hasta se
podría decir que la civilización misma es un libro. No puedes saber dónde
termina el soporte y donde empieza el contenido. No saber cuál es el límite
entre el soporte y el contenido es la cultura misma. La revolución informática
cree saberlo y eso la perjudica. Allí esta el debate que nos toca entender. No
es fácil".
http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2006/10/21/u-01293953.htm