Como se–alan Johnson y Johnson (1990a), la cooperaci—n es probablemente la caracter’stica m‡s genuinamente humana, la que realmente nos separa de otras especies animales. De hecho, ha sido principalmente la cooperaci—n lo que ha permitido sobrevivir a la especie humana entre otras especies m‡s fuertes, m‡s grandes, m‡s veloces, etc. Es m‡s, ha sido la cooperaci—n la que ha hecho posible la evoluci—n de la especie humana, haciendo posible tambiŽn la domesticaci—n de animales, el desarrollo de la agricultura, el surgimiento y desarrollo de la industria, la cultura, etc. De tal forma que hoy d’a la cooperaci—n est‡ en el centro de la familia y de la vida familiar (dif’cilmente puede mantenerse una familia y cumplir sus funciones sin una alta dosis de cooperaci—n entre sus miembros); la cooperaci—n se encuentra en el coraz—n de todos los sistemas econ—micos (dif’cilmente puede funcionar bien una empresa moderna en la que no haya cooperaci—n entre sus diferentes —rganos: de ventas, de producci—n, personal, etc.); e incluso, por no poner m‡s ejemplos, en el mundo actual existe una interdependencia absoluta entre individuos, comunidades e incluso estados, de tal forma que si queremos ir resolviendo los problemas econ—micos, ecol—gicos, etc. que actualmente tiene planteados la humanidad, es necesario cooperar a muy diferentes niveles. De ah’ que hoy m‡s que nunca la cooperaci—n es la condici—n necesaria para la supervivencia del gŽnero humano. Y de ah’ tambiŽn la crucial importancia que tiene la implementaci—n de la cooperaci—n en la escuela de cara a formar unos ciudadanos realmente cooperativos. Los mŽtodos m‡s utilizados son los que hemos visto en este cap’tulo.Ê