El estudio de la sociología enriquece la comprensión que el ser humano tiene de sí mismo, del lugar que ocupa en la sociedad, de la sociedad de la que hace parte, así como también de sociedades diferentes a la suya. Porque es una disciplina que permite entender el origen de las maneras de sentir, pensar y actuar que difieren de las nuestras; es decir, las diferencias culturales que inciden en el comportamiento de los individuos y los grupos, por lo que nos permite entender y respetar a las personas que tienen diferentes maneras de pensar y actuar.

También la sociología nos permite conocer la naturaleza de las fuerzas sociales que influyen el comportamiento propio y el de los demás, y posibilita una mirada más amplia sobre las experiencias sociales que a veces aparecen como puramente personales, como características propias del ser humano, como sentimientos humanos “naturalmente dados”, pero que realmente están conformados por influencias sociales.


 

Es el caso del amor romántico, que se tiende a creer existió y se expresó en todos los tiempos y lugares de la misma forma en que se experimenta hoy; sin embargo, en la actualidad se sabe que el amor romántico no sólo es una invención reciente de la cultura occidental sino que además “no ha existido jamás en la mayoría de las otras culturas.

“Los hallazgos de la sociología alteran y a la vez contribuyen a nuestras creencias de sentido común acerca de nosotros mismos y de otros.