Filósofo francés, quien colaboró estrechamente con Saint-Simon – el más notable de los socialistas utópicos franceses, por haber planteado que los problemas de la sociedad de su tiempo podían solucionarse despojando a la clase propietaria de los medios de producción y de la libertad económica que defendían -, se vio profundamente preocupado por los efectos desorganizadores de la Revolución Francesa, especialmente por la destrucción violenta de grupos sociales intermedios entre la familia y el Estado, por lo que consideró fundamental el mejoramiento de la sociedad para lo cual era esencial una ciencia que se ocupara del estudio científico de la sociedad, ciencia que él se dispuso a crear con el nombre inicial de física social.

Comte, indudablemente, participó del clima intelectual que caracterizó las primeras décadas del siglo XIX en Francia, en el cual se sentía gran orgullo por el desarrollo de las ciencias naturales y las matemáticas y gran confianza en el poder de los métodos en ellas desarrollados. En relación con los asuntos humanos, “se creía en la existencia de leyes sociales análogas a las establecidas en las ciencias naturales.”

Entre esas leyes se daba lugar prominente a la ley del progreso o del “inevitable desarrollo de las sociedades humanas hacia etapas más elevadas y mejores”, (Timasheff, 1965, pág. 31), idea que había sido motor de la Ilustración y que será el hilo conductor de la sociología en su fase inicial.
Comte consideraba que la finalidad de la “física social” era descubrir las leyes naturales e inmutables del progreso, que son tan inevitables como la ley de la gravedad, argumento que constituye la proposición principal de su teoría sociológica.
También planteó la existencia de la ley de los tres estados para explicar cómo las sociedades avanzan y progresan; tal ley afirma que tanto el conocimiento, el desarrollo y la educación del individuo, como el desarrollo de la sociedad humana, deben atravesar por tres períodos: el teológico, en el que la explicación de las cosas y los acontecimientos se refiere a fuerzas y seres sobrenaturales; el metafísico, en el que se recurre a ideas abstractas - que reemplazan a las fuerzas sobrenaturales - para explicar el mundo; y el positivo, “en el que el hombre intenta, mediante la observación y el razonamiento, percibir las relaciones entre las cosas y entre los acontecimientos, y explicarlas por medio de la formulación de unas leyes.” (Rocher, 1980, pág. 196), que le permitirán adquirir dominio y control sobre el universo.

De acuerdo con el planteamiento de Comte, esa ley de los tres estados iba a convertirse en la idea rectora de “la reorganización de la sociedad sacudida por la Revolución Francesa.” (Timasheff, 1965, pág. 35) y la nueva ciencia creada por él tenía que por un lado, dar una explicación positiva de las sociedades y a la vez, “facilitar el paso definitivo de la sociedad y de la humanidad entera al estado positivo.” (Rocher, 1980, pág. 198).
Como otros autores habían empezado a usar el término que él le había dado a la nueva disciplina, para distinguir su perspectiva de las de los demás, acuñó el nombre de sociología. Al final de su vida, Comte desvió el interés por el estudio positivo de la sociedad para formar una religión que salvara a la humanidad, pero su pensamiento será el punto de partida para la nueva ciencia de la sociedad, por lo cual se le considera el fundador o padre de la sociología.

Si bien se considera a Augusto Comte el fundador de la sociología, por haber canalizado e integrado en una propuesta coherente todo el pensamiento social desarrollado desde el Renacimiento hasta la Ilustración y la Revolución Francesa, y por haber bautizado a la nueva disciplina, es necesario recordar que la creación de una ciencia no puede ser obra de un solo hombre y que en Comte confluyeron no sólo el pensamiento de los socialistas utópicos y de los pensadores de la Ilustración mencionados, sino también otros “precursores” como los ingleses, Thomas Hobbes, John Locke, David Hume, Adam Smith, Adan Ferguson, Thomas Malthus y Buckle, quienes en sus planteamientos argumentaban que el conocimiento del ser humano sólo era posible si se lo consideraba como un ser que vive en sociedad.

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