“Pero alguien dirá que no parecen ser los pueblos industrializados quienes han perdido sus valores sino precisamente los pueblos del llamado tercer mundo: las naciones de África, salvajemente sacudidas por las guerras civiles, los pueblos asiáticos y latinoamericanos agobiados por las mafias y por la injusticia, este país nuestro desgarrado por la intolerancia, por la exclusión y por la violencia

Es cierto, y no debemos buscar excusas a nuestros defectos y nuestros errores. Pero comprender algunas causas es saludable y útil. Todos estos países han sido o son víctimas de alguna idea hegemónica, de alguna arrogancia cultural, de la torpeza histórica de algún poder imperial.

 

A esas naciones de África alguien les ha cambiado sus tradiciones por bombas y sus costumbres por metralletas. A nuestros pueblos les compran más fácil y copiosamente los productos del delito que los productos del trabajo abnegado; también aquí como en tantos sitios, los campos están envilecidos por minas crueles que nosotros no fabricamos.

No estamos tan solos como parece en la invención de nuestra tragedia. Y ello a su vez exige que no estemos solos en la búsqueda de soluciones; tenemos el deber de aportar salidas a la crisis de la época y debemos abandonar cuanto antes el papel de testigos lejanos de la historia. Hoy el porvenir de las culturas del mundo no está en que se aíslen y se encierren en la ilusión de una tribu, sino que entren en un diálogo amplio y múltiple que demuestre cuan capaces son de convivir, cuan capaces son de alimentarse recíprocamente y cuántos recursos singulares hay en ellas para la formación de una verdadera cultura mundial que no sea negación sino coexistencia, que no sea imposición sino diálogo, que no sea amnesia y locura sino el rumor profundo de muchas tradiciones, reconociéndose en un común significado humano y planetario.

Sería un grave error estimular el choque entre civilizaciones. Nosotros hemos amado y hemos respetado y seguiremos haciéndolo, la verdadera tradición cultural de los pueblos industrializados del mundo... Pero también ha sido para nosotros una fuente de desdichas sociales el haber pretendido pertenecer únicamente a esa tradición europea y haber menospreciado por mucho tiempo la importancia de nuestras culturas nativas americanas, la importancia civilizadora de las culturas de África; hoy nuestra sociedad está viviendo un esfuerzo amplio y complejo por reencontrar la voz de esas culturas y no su voz arcaica como vestigio de un pasado perdido, sino su voz actual, lo que estas naciones indígenas y estos pueblos afroamericanos tienen para ofrecerle al futuro.

Siguiente>>

CERRAR VENTANA